¿Habrás terminado ya la escuela?
¿Será que sólo me apoderé
de tu virgnidad de niña
y ocultas tu madurez a mis ojos?
¿Será que solo me corresponde tu cabello corto,
tus momento bajos
ocupar tu mirada cuando no tienes a quién mirar?
Yo quiero: quieras mirarme.
Yo quiero: comprobar tu existencia.
Tengo incapacidad de hacerte hablar
no soy capaz de que me quieras.
Qué fantasías deben haber ocurrido a tu vida, en este tiempo
y yo no formo parte ni de un gramo
de tus alegrías.
Yo realmente quiero que me quieras
pero no te dejé quererme.
Cuando miro mis manos
e intento tu tacto: me borro.
Seguramente estoy loco:
dentro de la desquicia de mi desquicia
que ha imaginado tu existencia.
Pero aún no lo juro, porque;
no creo ser capaz de, con tal locura
poder haberte creado.
Mucho menos inventar aquella voz
tus curvas y contrastes
¡tales párpados!
cada una de tus amarguras
o el sabor metálico de tu boca.
Es que yo no sé de qué manera
debieran ser las cosas:
es que yo sé que cuando la gente se quiere se toma de la mano.
Es que en tu afán lésbico quisiste
escribir sobre el olor a opio junto a nuestros besos,
pero hablarle a una mujer:
escribir para mi cual si fuera una mujer.
Yo no sé qué significa querer.
Pero es necesario tener lo que se quiere
sufrir por no tenerlo,
asumir que no se tuvo o se acabó en el intento.
Yo asumo beber mi café:
arriesgo beberlo caliente
y asumir que luego no habrá más en la taza;
pero cuento con un tarro y su polvo drogadicto.
Es que yo pedí casi lo mismo que tú pedías:
un afecto a veces:
volar juntos tomados de la mano:
ser amantes.
Seguro ambos consideramos
que de cada cosa que nos pasa debemos aprender algo.
Entonces yo aprendo que provoqué tu indiferencia:
que te quedes callada ante mis parlamentos.
Pero cuando me hablas sólo dices cosas lindas:
repites quererme, quererme y quererme.
Entonces ¿qué debo aprender si no puedo interpretar tu silencio?
Es que yo no sé de qué manera
¡no entiendo de qué manera!
en el contexto exacto de que yo te quiero y tú me quieres
no me dejas quererte.
Tengo incapacidad de hacerte hablar
no soy capaz de que me quieras.
Yo realmente quiero que me quieras
pero no te dejé quererme:
no logro aprender cómo dejar de hacerlo.
Tuyo.-
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