Aún no aprendo a decir que no.
Y ella jamás sabrá leer el lenguaje mío;
que es lo único que faltó
para que fuéramos felices
por siempre.
hay una solicitud de contacto de ella,
¿para qué? Le pedí muchas veces "escríbelo entero,
no me lo digas por fragmentos, porque no es claro".
Seguramente le escribí en correos electrónicos
200 páginas. Seguramente. Más.
Entonces Internet se cae y se re-conecta
y la ventana con su solicitud aparece sola
mientras yo escribía otra cosa y por accidente
acepté y yo no quería.
Porque ya por varios días le he cliqueado
"ver más tarde", "ver más tarde".
Es que no tiene nada que escribirme,
porque quien no sabe leer
escribe barbaridades creyendo que ha entendido lo que ha leído.
La segunda razón es que
en Santiago hay mucho ruido
que tampoco me escuchó.
Le pedí que quemara todo:
desde el pez de plastilina hasta la caja metálica antigua de caramelos sobre su mueble.
Porque cuando alguien dice "jamás"
es porque no desea nada de lo que se le ha otorgado.
Siempre todo fue un problema de lectura:
ella se negó a leer la música, las palabras, los detalles.
Plagada de azul su reloj azul rozó otros glandes,
y me impacta la imagen de su nariz oliendo esta única otra fosa nasal
sonándose contra su rostro
y luego el polvo blanco
cayendo de su cara blanca.
Porque cuando le envié un mensaje
que seis meses antes también le envié dijo "debí leer esto antes",
así de imbécil es:
el orgullo de sus vergas,
no más preferible que un ají cacho cabra,
que pica dos veces
y que se disfruta entero.
Accidentalmente la acepté.
I have
not yet learnt
not yet learnt
to say no
and
she will
never learn
to read
my language;
that is all we lacked
to be happy
forever.
and
she will
never learn
to read
my language;
that is all we lacked
to be happy
forever.
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