Y no recuerdo haber estado junto a alguien a quien se le haya caído el mundo por la muerte de alguien.
Debe ser que no he estado con mucha gente,
o que mis mejores amigos son mayores.
En el caso de Rudyard, su padre murió cuando él tenía 45 o 46, y sí quedó afectado, pero no tan grandemente. Él sabía lo que sentía, entonces no se le fue la vida por ello. Fue casi en paralelo a cuando yo dejé de ver a mi padre. Mi transición fue indescriptible, no sé cómo ocurrió.
Yo necesitaba contárselo a alguien y se lo dije a él (él era profesor en la escuela en donde yo estudiaba, pero pronto fuimos amigos porque nos requeríamos intelectualmente), y él no comprendía que yo estando tan bien -al parecer-, pudiera tener semejante problema, jamás lo habría imaginado; siempre he tenido un equilibrio incomprensible.
vivimos juntos en esa escuela durante cinco años, manteniendo un taller de arte entre los dos, dentro de la escuela, que algunos estudiantes rompían en distintas épocas. Un colegio de mierda.
Eduardo cumplió 67 años días atrás. Sus padres han muerto años atrás.
A quien más deplorable he visto es a mi madre y mi hermana, con depresión, con violencia, con ira, con odio en los ojos. Mi madre es la mujer más no sé qué del mundo.
Sara es la chica a quien más quise y la más triste que he viste entre las chicas que conocí. a ella se le iba el mundo entero a veces. Ella es lo más cercano a una muerta, que he tenido a mi lado.
La persona más equilibrada a quien he conocido es a mí. Y aunque hay gente cerca suelo sentirme solo -sabiéndome acompañado y no quitando el peso que les concierne-, yo estoy solo de lo que quiero y no tengo.
Si tuve amor de familia, fue demasiado concentrado, como un mal jarabe para la tos infantil con sabor a mierdas químicas.
Mis padre y madre me dejaron huacho estando vivos, históricamente huacho, y paternalmente huacho.
No niego que mis padres sean mis padres, ni pido más de lo existente porque eso es imposible, pero soy huacho y eso es todo. No se me ocurre de qué otra manera pudo ser mi infancia.
Algo muy triste fue comprender racionalmente que el deseo de mi padre al querer matarme, el que me gritara "te voy a matar concha de tu madre", fuera su enfermedad mental. Siempre preferiré que si me gritan algo es porque será hecho, porque es real, porque hay conciencia total de lo que se dice.
Mis penas más grandes fueron sentir el odio imbécil de mi madre y de mi hermana por mí, y el no tener una mujer que saque mi hombre a la vida para ser hombre con ella.
A quien peor he visto en mi vida es a mí.
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