Lo compré para ti.
Siempre fue tu decisión dejarme o dejar mis cosas o las que tuvieran que ver conmigo como un 'recuerdo'.
Eres tú quien decidió siempre -porque yo simplemente estuve obligado por ti-, dejarme como recuerdo en vez de tenerme.
Nunca fue una cuestión de altura. Eso es un invento tuyo.
Si me quisieras me tendrías.
Decidiste no tenerme.
Es imposible que caigan lágrimas de tus ojos,
porque tú decidiste no quererme.
Necesito sentirme libre de esta barbaridad.
Desde nuestros primeros diálogos, siempre fuiste igual, y no quisiste que fuera yo quien te modificara.
Cuando recibí el mensaje "Siento haber dejado el chaleco, era bonito, pero nunca me sentí a tu altura y no necesito algo que me lo recuerde a diario"., estuve a punto de llorar. Estaba frente al muchacho que pone el pan rico en la bolsa, yo sonreía un segundo antes, mi rostro cambió. Me sentí tan triste. Es patético no ser abrazado porque alguien no se siente a mi altura. Es miserable.
Lo que me alivia es que se acabó.
Lo que me alivia es que nuestro último beso fue hace seis meses.
Que te lo dije todo; que carajo, te lo dije todo.
Que me lo dijiste todo, que aunque me pese lo dijiste todo, que lo dijiste de frente y mirándome, lo dijiste todo,
me alivia que a mi pesar me lo hayas dicho todo y que ese todo,
porque mereces un Guinness, Jennifer,
que ese todo fue "no sé" y "nada".
Porque siempre fuiste incapaz de decir alguna cosa cierta,
porque hoy fuiste incapaz de elucubrar la boca que
tan redonda la tienes, mierda,
te quedó de adorno
desviando tus lágrimas
que tampoco sabes por qué
corren por tu rostro.
Entonces nos mandaste nuevamente a la mierda,
esta vez definitvamente,
y de verdad que debo estar contento por ello:
por haber escuchado de tu voz sincera algo honesto y sincero,
y haber comprendido definitivamente, J. que
tú
"sabes nada".
A nadie nunca le agradeceré abandonarnos.
Pero gracias por liberarme de tu confusión,
por dejarme entender que esa es la única respuesta:
una ignorancia absoluta de mí y de lo que se trata estar conmigo,
hay personas así y me ha tocado conocerlas.
El miedo que sienten hacia mí es irracional y he hecho mal en intentar racionalizarlo;
nunca debí reintentar hablarles,
nunca debí tocarlas siquiera, me siento estúpido por tocarte
hice bien en dejarte cuando te dejé.
Particularmente ustedes no valieron la pena
que pené con cuática durante tanto tiempo.
Es que nada vale la pena,
hay quienes saben lo que significa esto cuando lo digo.
Por la chucha que hay que ser huevón
como para tener enfrente a quien quieres y ser incapaz de decírselo.
Por la chucha que fui huevón
desde mis 16 años en que follaba con Ana,
que era una loca culiá enganchada de un saco de huevas y que cada vez que lo veía se olvidaba de mí.
Hasta la bailarina que por magia me encontré en la calle un día en que canté,
exactamente dos semanas atrás
y en la calle nos besamos.
Hasta ella he sido un huevón,
porque he comido huevonas,
sólo huevonas,
y nada más que huevonas;
en vez de pisarme a alguna de mis compañeritas flaites
y hacerme el chorizo más chorizo desde la mierda de colegio chorizo donde crecí,
el barrio de mierda en donde crecí,
la casa de palo en donde crecí:
es que por la mierda que me iría bien porque con estas tildes, tontas huevonas,
me las habría pitiado una a una y nadie,
promesa que nadie
habría cachado qué chucha las mató,
infames carentes de poética.
No han hecho más que cagarme la literatura
con su proxemia torpe
e irregular estado de ánimo.
Ninfas de la verga.
Curvas descurvadas.
Bipos pormodernas.
Sapiens con vagina sin magia.
De nada me arrepiento porque el error no existe,
y si atrás el tiempo se hiciera y con vosotras me encontrara;
desecharía una mitad, y a la otra,
las follaría hasta que sangren, aunque con varias ocurrió,
las petaría hasta el carajo de los carajos,
les habría robado la ropa interior, rajado la ropa, convencido de hacerme bailes y grabarlas a todas;
para con la ropa hacer móbiles a las guaguas que viven bajo el puente y se divirtieran con algo
y que con los vídeos los padres
pudieran descansar un poco
y reirse otro tanto
y que eso me sacara de la pena acumulada
que me provoca un mensaje tan simple como
"nunca me sentí a tu altura" y yo piense,
No sé cómo mierda se puede llegar a esto.
Me sentí muerto por un instante,
regresé rápidamente y me fui al teatro
la obra fue una mierda
en la calle hace frío
en mi casa estoy solo.
A la altura de qué, concha de tu madre?
Un huevón que camina solo por la calle cagado de frío.
A la altura de qué?
La imaginación decrépita de estas nuevas generaciones logran que
simplemente tomando como ejemplo la definición del día de hoy,
-e incluyendo en el saco a mis miserables parejas de la vida-,
una estudiante de literatura
que vive para las palabras y letras,
cuando yo le pregunto, entonces qué mierda quieres de mí;
ella simplemente pueda emitir apenas el boceto del discurso:
no sé.
Me cago en esta generación.
Y estoy dispuesto a golpear a quien se atreva a decir que soy parte de ella.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario