Llegó con su abrigo negro ajustándole el tacto y mirando coqueta el paisaje maloliente y cálido de la encerrada clase.
Los ojos sobre ella fueron como ella los quiso.
Comenzó a desabotonar tu montgomery negro y yo, expectante,
notaba en su escote cómo empezaba a lucir, mientras abría su abrigo,
su prenda interior sexy o babydoll que, de a poco se convirtió en una simple blusa.
Fuera como fuera en realidad, yo sé qué es lo que ella traía puesto y que,
quizás con algún tipo de magia de vendedora de artículos femenino convirtió
en algo formal
para seguir con su rol de maestra.
Es que si esta Mujer le dice a un hombre que le compre tampones y les dé algún uso, seguro lo logra.
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