miércoles, 19 de septiembre de 2012
Les ha sucedido, seguro, el que a veces sienten deseos de responder de la manera en que lo hacen con uno. A mí me pasa de manera diferente: no practico el sarcasmo ni algo que se le parezca. Cuando alguien me dice, en su estadio de rabia e ignorancia, alguna cosa para dañarme, les explico cuantas veces puedo la equivocación en la que caen. Me doy cuenta de que nadie me respeta por tener la actitud que tengo, que, al contrario de ser violenta, es absolutamente equilibrada, la gente considera altanera y superior (a veces incluso llenan a decir ¿te crees Dios? Lo que es de las cosas más estúpidas que he escuchado de boca de algún humano, además del tipo que dijo que si la torre de Pisa estaba en pie e inclinada, un edificio chileno también podría mantenerse en pie inclinada). Entonces, cuando alguien me discute algo, que siempre es con violencia, pues desconocen la discusión 'discursiva' (atención con lo que significa), sino que conocen la pelea (como si sirviera de algo la existencia de tal acto), pero aún así, la necesitan; hay ocasiones en que mi respuesta es el silencio. Las extremas lo son. Durante mi infancia fui muy maltratado por mi padre por defender al resto de mi familia de su violencia. Luego fui mal tratado por mi madre y mi hermana, pues poseían un profundo rencor hacia mi padre y aunque yo no sea él, ellas necesitaban una dirección en la cual derivar su rencor. Aún hoy, viviendo cuatro años lejos de ellas, me doy cuenta de que aún no logran encajar lo que me hace diferente de mi padre, y además, de todo hombre conocido por ellas. Suelen pensar que yo haría algo que nunca haría, que sería violento como nunca lo sería, y cuestiones que no podría decir, pues lo imaginan ellas, no yo.
Confirmo algo que antes he confirmado -pues escribo desde hace años sobre "la familia"-. Las personas pueden ser maravillosas, las familias no, a menos que estén llenas de personas maravillosas.
Siempre he sido rechazado por mi familia, hasta hoy. Nunca he querido que me afecte, pero es inevitable el que afecte. Quise juntar a la familia cuando estaba separada, en parte lo logré, años atrás, y esa unión provocó el que yo debiera alejarme, y así lo hice.
Las personas más hermosas que he conocido (fuera de mi abuela), no tienen relación sanguínea conmigo, y deseo que no la tengan jamás, porque podría contaminarse nuestro futuro juntos.
Ayer le comentaba a Rapunzel, y a algunas personas se los he comentado a veces; no me interesa tener hijos en este lugar sucio e insano. Si a eso le agrego la cantidad de violencia que hay en la historia de mi familia, más la historia de la humanidad, más la calle; absolutamente decido no ser padre. Opino que, si mi madre siempre me ha tenido algún rencor subconsciente, no me molesta, lo terrible es que se le escapa cuando más amable he sido con ella. Si ella tuvo un hijo que, a su manera de ver, se parece a su padre yo no quiero tener un hijo que se parezca a mi madre.
Lo que aprendí desde muy chico fue que no sirve de nada vivir un sentimiento que no repara el mal que se está viviendo. Soy absolutamente frío respecto de muchas cosas que harían llorar a cualquiera, pero puedo llorar con un verso bien escrito.
Yo soy único, nadie se parece a mí en nada, yo me parezco a mi familia en muy poca cosa: porque sólo poseo lo bueno de mi herencia genética, porque sólo poseo lo bueno de mi herencia cultural, porque sólo poseo lo bueno que yo mismo hice para mí.
Si alguien no me quiere, no me importa, no necesito el amor de nadie para amarme a mí mismo. Lo único que me interesa es no tener visitas, de quién sea y mucho menos de mi familia, a beber, a pedirme ayuda, a disfrutar conmigo, a beber el delicioso té que tengo y tomo con quienes respeto; si cuando yo les diga que quiero visitarles, que quiero verles, me rechazarán sin que yo pueda entender por qué.
De patetismo humano, tengo toda la historia escrita por el hombre y la que vivo a diario.
Si mi familia y cualquiera no es capaz de vivir una relación útil, apasionante, constructiva conmigo, por favor, personas, olvídense de mí que yo puedo hacer lo mismo: les ofrezco ese trato.
Mi padre es el peor hombre que he conocido, pero también es el mejor que he conocido. Yo soy capaz de hacer esa diferencia y jamás lo he odiado, ni aún sobre su tumba, por dejarme como legado su recuerdo en la familia.
Quien no quiera participar de mi felicidad, quien no me quiera participando en su felicidad. Sea feliz. Seré feliz.
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