domingo, 30 de noviembre de 2008

Un año más, me haces llorar, papá


Fuiste mi ejercicio de tolerancia.


Estoy en casa de Roberto. Él cumplió 47 años el 25 de este mes, pero lo celebramos anoche. Jacqueline, su esposa, en un cruce me dice:
- ¿Recuerdas quién está de cumpleaños hoy?
- Mi puto padre muerto.
- ¿Te molesta que te hable de él?
- No.
El hombre en cuestión cumple hoy 46 años.
Es la segunda vez que veo a esta familia este año: las hijas Geraldine, María José y los nombrados.
Me ha provocado ciertas introspecciones, sutilezas: hilar cosas de mi infancia.
Hay cuestiones a las que no les dedico la atención que los demás si le dan. Hablar de la escuela, de la infancia, de las novias, ni me junto con un grupo de ‘amigos’ a ‘esparcir amistad’.
Hoy hablaban de las mañas que hacían los chicos. .porque hay un par de chiquitas que lloran- y las razones para reprenderlos. O sea, “la cote hacía tal huevada, entonces un día llegó el Roberto y le dio tres palmadas en la raja y ahí quedó, nunca más maña”.
Cada vez que mi padre me ‘retaba’ por algo, era por algo que él había provocado y no por mi idiotez de chiquillo. Si en algún lugar me cedían derechos, él me los quitaba. Me pedía que saliera con él, pero siempre me recriminaba “¡no debí salir con vos, huevón!”. Alguna vez, hablando con alguien me preguntó algo y ante mi respuesta, me pisó el pié muy fuerte y exclamé ¡por qué me pisas! Luego me regañaba. Sui rostro era temible cuando se enojaba; pero jamás fabricó ciertos códigos entre nosotros (yo lo intenté con muchos, pero él era impredeciblemente ansioso por desquitarse de algo), que permitieran evitar sus arrebatos.
A los chicos los retan por hacer boludeces. Mi padre me retaba por sus boludeces, lo que fuera, y la gente lo notaba. Que él era muy exigente conmigo y que yo debía cuidarlo, siempre decían que lo cuidara, y yo lo hice tanto como me dejó hacerlo. Y él le hablaba a la gente de mis calificaciones, de que alguna vez gané un concurso comunal de dibujo. Cosas que a él le sorprendían, de las que él decía “sentir orgullo”, y me abrazaba de una manera incomodísima con sus ojos casi llorosos. El maldito hombre poseía una sensibilidad milenaria (y esta frase me arrebató dos lágrimas) -una capacidad ancestral de llorar por todo-.
¿De qué hablaba con mi padre? No de mucho. Mi vida era el colegio y él, con su afán de dominarlo todo, no me dejaba disfrutar de nada. No me permitía plenitud.
Mi padre comenzó mi mundo de contradicciones.
Pensé, al iniciar esto, enviarlo, apenas llegara a casa, a Salvador –tío-. Siempre dudando de su respuesta: las veces que le escribí no respondió. ¿Por qué? No lo sé. La última vez que vi a la familia fue para el entierro de Jaime, en marzo.
Suena el móvil de mi madre, contesta y no sabe quién es. ¡Salvador!, exclama. Yo río solo, nadie lo nota. Sale a la calle y al regresar dice:
- Adivina quién llamó
- Salvador Caro
Jacqueline agrega ¿Para qué te llama?
- Por el cumpleaños de Jaime.
- Es una contradicción, no entiendo.
- Yo si lo entiendo. No es una contradicción.- termino- Hace rato pensé en escribirle.
(Claro que es contradictorio, de cierta manera lo es, pero ya no para mí. Yo vivo de contradicciones, no conozco otra cosa).
¿Para qué escribirle? Mi padre cumplía hoy 46 años. ¿Cuál es la trascendencia de aquello? Que ya trascendió. Varios lo recordamos.
Estoy comprendiendo ciertas maneras, formas en que acostumbra /el modo de tratarme que tiene el cosmos/ y es la única manera, la máxima prima en mi vida en que ocurren las relaciones; no por mi parte, sino por parte de los demás: ser una contradicción permanente, hasta el absurdismo.
Mi padre es el hombre que más lágrimas por nada me ha provocado y ,sin duda, sin él estimarlo, ni atisbarlo, el premonitor, con su amenaza permanente contra mi salud mental, de lo que vendría.
“Cría cuervos y te picarán los ojos”.
Jamás cuervo, y los ojos se los picó él mismo.
Mi padre murió bajo un puente –un paso bajo nivel--, viviendo en la indigencia en un cuartucho de madera de dos pisos en Huechuraba, sin agua, sin electricidad: bajo un puente. Pero ¿Qué hacer? Si cuando tienes 14 años y tu padre está en el limbo de violar a su hija, que cuando a tu padre le da un ataque en tus brazos, se lanza a la avenida a esperar que algún vehículo no frene: un hombre atormentando a su hijo en su tentativa de perder su vida ante mis ojos. Que cuando un padre se pone un cuchillo al cuello, esperando a que su hijo lo detenga. Que cuando un padre ha intentado matar a la madre de sus hijos, que cuando un padre llora sacado por la policía de ‘su rancho’, un cuchitril miserable como su astucia, por hacer que su hijo de 13 años le detuviera por un año los golpes. Que cuando un padre te grita a su hijo “te voy a matar concha de tu madre”.
Ese hijo, necesariamente, queda marcado por toda la vida.

Cumpleaños.

Ver carta fúnebre

3 comentarios:

Meryone dijo...

estoy entre el no saber exactamente qué decir, el destacar la verdad absoluta del "todo niño triste es un niño feo" del carta fúnebre y que me ha gustado

que hay cosas que nos hacen más fuertes

y todos los tópicos que te podría decir

por eso me quedo con la fealdad de los niños tristes

y te mando un beso

Sinfónica dijo...

Me siento tan imprudente e intrusa, y nose porque, debe ser porque solo en un escrito contaste tu vida, y ahora se lo que te hace llorar, lo que te frustra, lo que te hace anhelar una mierda mejor porfavor!
Odio los putos cliches, de que las cosas pasan por algo, de que las experiencias te hacen mas fuertes, a la mierda !!! Uno no es mas fuerte por sufrir, o tener mas dolor en el cuerpo, uno es más una mierda caminante, solo eso, con las ganas asquerosas de saltar por cada puente que caminas.

Siempre digo, "cada uno sabe hasta
donde le aprieta el zapato"
odio juzgar, odio no entender, odio no empatizar muchas veces y que no empaticen conmigo,
necesito aveces que me digan pobrecita, sabes, que me abrazen y que me dejen llorar, solo eso, llorar y sentirme mierda.

Nuestra historia es en un cierto punto muy parecida, lamentablemente para ti, solo en un cierto punto.
Un abrazo mi "oliverio"
y esucho a erik satie una y otra vez =S

El Anónimo dijo...

yo tengo una cicatriz, no la he visto, pero ahí esta.



Servido.