viernes, 18 de julio de 2014

Sobre quienes deciden tener y hacer una vida triste, en vez de una vida feliz y sonriente.

Si no quieres saber de mí, no me leas, y si me estás leyendo, hazte cargo de tu decisión de leerme, acepta que es tu responsabilidad leerme, toma en consciencia tu decisión y si llegaras a enfadarte con alguien, hazlo contigo por decidir leer algo que podría no gustarte.
Aunque sé que te gusta leerme, es natural espiar, esperar con ansias a que escriban algo que sabes que es para ti. ¿Te gusta más ahora que sabes que tenías razón, que sí es para ti? Lo es. Disfrútalo.

Te cuento que esto no se trata de mí, no se trata de lo que yo quiero, no se trata de mis deseos.
Esto se trata de ti, únicamente de ti y tu decisión de reducir la vida a tu reducido punto de vista.
Sé que si lo dijera el psiquiatra, le encontrarías la razón, pero como soy yo quien lo escribe, sólo te provocará molestia.
Te propongo un reto. Imagina que no tienes razón y que nunca la has tenido. Imagina que soy yo quien escribe la verdad. ¿Tienes esa capacidad? Es un reto en serio y probablemente decidas no hacerlo porque es para cagarse de miedo. Es un reto que puedes tomar o no, es un gran reto.

Leerme sólo provoca en ti un sentimiento iracundo, es algo que sabes real, pero que alguna parte de ti que ni siquiera tú comprendes ni sabes por qué carajo existe y te domina, te domina. Se le podrá llamar orgullo, a mí no me importa darle nombre, a mí no me importa que exista porque te hace mal y te ha arruinado la vida, simplemente recuerda cuántas veces has arruinado tu propio proyecto a causa de una reacción que pudo perfecamente ser diferente, que pudo ser humilde y honesta. Recuerda cuántas veces has preferido crear un escándalo que acabo con llanto, gritos y lágrimas en vez de acabar con sonrisas y felicidad.

Esto se trata de que eres incapaz de escuchar y aceptar la voz ajena sin pensar que está errada. Se trata de que todo lo que escapa a tu imaginación es locura. Se trata de que has decidido no abrir tu mente, que no quieres ni comprender, ni aceptar que lo diferente a ti sí existe y que incluso puede ser más rica y pura esa manera de existir.

Se trata de que tu imaginario se reduce a pensar que los demás están enfermos o errados, en vez de admirar el potencial magnífico que escapa por cada uno de sus poros.
Se trata de que no toleras que los demás existan, que la vida se fabrique a sí misma, se trata de tu intolerancia exagerada.
No toleras tu propia reacción ante la imagen, el sonido, el olor a vida que emerge del cuerpo ajeno.

Se trata de que te hagas a ti mismo lo que le quieres hacer a los demás, y si llegara a gustarte pasar por esa experiencia traumática, no significa que deba gustarle a los demás, ni siquiera que sería algo recomendable.

No se trata de lo que yo quiera, ni de mis deseos, no, en ningún caso, absolutamente en ningún caso.
Se trata de aceptar el deseo de vivir de los demás, simplemente porque son los demás, que ya por no ser tú tiene el derecho de ser distinto a ti. Cada cual experimenta lo que quiere y pensar que por pensar diferente los demás deben ir al psiquiatra, medicarles, denunciarles, es una ofensa a tu propio intelecto. Ofende al sapiens.

Mi único deseo es que logren comunicarse, que logren hablar sin gritarse, que logren hablar sin insultarse, sin decirse enfermos mentales, sin actuar como enfermos mentales. Mi único deseo es que logren dialogar de manera abierta y honesta sin subestimarse. El que piensen mal de mí ni me ofende ni me molesta, lamentablemente ese comportamiento es normal y perfectamente esperable de cualquier persona y comprendo que las personas tengan momentos de infamia. Yo puedo estrechar tu mano sin esperar una disculpa, incluso yo me disculparía por querer crear en ti un beneficio y que sufrieras en el proceso.
Que me insulten, que usen pésimas palabras junto a mi nombre me resbala, porque yo soy lo que yo soy, y en ningún caso lo que alguien piense de mí, y si piensa mal de mí, están mucho más alejados de mi realidad.

Y yo, con todo respeto, y sin jamás haber pensado mal de ti, sin jamás haberte insultado, sin jamás haber querido separarte de tu objeto de tortura, te reitero, hazte cargo sin subestimar a tu propia especie. Decidir ser infame es triste.

Mi único deseo es que logren comprenderse y apoyarse, crecer como familia.
Y en ningún caso acepto que tu única capacidad sea estar pegado con engrudo a la idea de que soy aquello que piensas. Pensar que el pensar distinto es un defecto que merece castigo es un comportamiento utilizado en la Inquisición, algo por lo que incluso la iglesia se ha disculpado, y actualmente la humanidad se moviliza bajo otras filosofías (Kant, Hegel, Marx, Heidegger, Nietzsche y más atrás Platón, Aristóteles. No soy bueno enumerando, pero, tú sabes, obvio).

Reflexiónalo en paz. Yo no quiero tener la razón, ni quiero que me den la razón. Yo uso razón, de la manera más pura a la que llega mi intelecto, la utilizo, o sería incapaz de escribirte esto.
Me encantaría que usaras tu razón, la razón real, esa que razona. Usa tu razón, saca el ser creador y mágico que tienes dentro y supera esa tranca que te hace incapaz de hablar sin gritar, incapaz de crear un discurso distinto al insultar/insultarte/insultarme.

Ahora bien,
si decides seguir con esa violencia e iracundia que ya te ha arruinado el pasado y que podría arruinarte el futuro, te prometo que no volveré a escribir algo para ti, que no necesitarás espiar y luego reinventar mi discurso para que el resto piense que eres chévere y que tienes razón. Yo aceptaré que no logré que tu familia mejorara, aceptaré que no logré que fueran felices.

He querido y quiero tu amistad, pero si piensas que no soy un candidato digno a buen amigo, en serio te lo pierdes.
Y cuando te hablo a ti, me refiero a ti, a ti, y a ti también, familia.

Y como tengo claro que podrías todavía seguir pensando mal de mí, incluso pensar monstruosidades asquerosas de mí, te aclaro que aquí no hay sarcasmo alguno, ni maldad, ni mal deseo de mi parte hacia ti en lo absoluto. Esto es únicamente lo escrito, con su significado más puro y sin ningún doble sentido. Esto es probablemente lo más honesto que jamás te han obsequiado en la vida. Me encantaría que fueras capaz de apreciarlo. Sería devastadoramente triste que te negaras a lo que te propongo. Sería devastadoramente triste que decidieras que mi propuesta es pura mierda.

Con amor.

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