67. INT. HABITACIÓN HOSTAL. NOCHE.
Kala en el cuarto de hostal y mira por la ventana. Ana entra.
ANA
¿Qué haces?

KALA
No hago muchas cosas, pero lo que hago evita la detención de lo existente, manejo las pausas, y me preparo para abrazarte.
Se abrazan. Y enlaza los dedos de su mano con los de ella.
¿Notas cómo calzan? Tu mano calza perfecta en la mía. Eres el contenido que necesita mi vaso.

ANA
¿Soy el lleno que llena tu vacío vacío?

KALA
Tú, Ana, recreas mi sonrisa.

ANA
Quiero regalarte algo.

KALA
Regálame lo que quieras.

Ana extiende su mano hacia arriba, toma algo del aire, aprieta su puño y lo coloca entre su pecho y el de Kala. Se miran los ojos.
ANA
Te regalo mi facultad creadora. Incorpórame a tu psiquis y duplica tu amor por mí. Te ofrezco mi carne y sangre, mis uñas en tu espalda y mis mejillas a tus labios gruesos. Te regalo el equivalente al ciclo cosmos. Un puñado de arena, una canción cada día, dejar ambas tapas del baño abajo y mi toalla bien colgada. Te obsequio el hilo que une nuestros pechos, el alivio infinito a tu pesar ontológico, la declamación inmediata de mis orgasmos, la enumeración de tus sabores. Te doy mi metafísica, mis carpos y mi cuerpo para ser masajeado por el tuyo. Tienes todo de mí. Solo queda ya repetirlo

KALA
Eres mi angustia, mi sed y mi calma, mis sentidos se repletan cuando estoy contigo, dueña de mis pausas y el devaneo, proteges mis silencios y mis sonidos son tus atisbos. Bestia de seis labios propensa a mis besos, me apodero de tus párpados. Juntos somos lo macabro. Juntos somos lo putamente macabro.

Ana se lanza sobre Kala y caen en la cama.
ANA
Te adoro, pendejo.

KALA
Fraguas mi instinto, ¿podremos soportar la brutalidad de tenernos?

ANA
Debemos hacerlo.

Se besan y quitan la ropa.