domingo, 1 de febrero de 2009

23:20 hrs. Estoy en el metro dirección Vicuña Mackenna sin haber pagado: luego de esperar un rato el bus, llegó un grupo de jóvenes que prácticamente me empujó dentro del bus. Ninguno de ellos pagó, yo dije "buenas noches" al chófer. Escuchando música con mis fonos naranjos, estación intermodal, metro línea 4A. No tengo saldo en la tarjeta, se lo digo al guardia y me pregunta hacia dónde voy. Puente Alto. No hay combinación a esta hora. No importa. El guardia me abre una puertecilla. Muchas, muchas gracias. Se ha pasado.
Todavía hay combinación: excelente.
20 minutos para la media noche, estoy fuera de la estación Elisa Correa esperando a Jack.
Killie caminaba de un lado a otro, esperando a alguien, con su pelo gruñón y su pinta violenta, guapa la mujercita. En un momento pensé "le daré un dulce", pero no era el momento. Cruzó la calle, regresó a la estación, entró en la estación -no hay trenes dirección Tobalaba en esta hora- salió gente, salió ella nuevamente y se apoyó en un letrero luminoso ubicado justo en medio de la explanada, bajo la escala, fuera de la estación. La explanada es un lugar cercado por rejas.
Allí, con la espalda pegada al plástico grueso y la luz sobre ella, completamente sola, avancé 10 pasos, me apoyé en la vitrina, a su derecha, le ofrecí un caramelo y lo aceptó. Su olor a trago tenía sutileza de jovencita linda, esperaba a sus padres, se le hizo tarde, no alcanzó metro, venian por ella. Nos acompañamos, llegó Jack y alguien con él, nos saludamos todos, los padres de Killie llegaron por ella, le besé la mejilla en medio de la calle, subió al vehículo. Sumadre me dió las gracias por la ventanilla, el padre se veía molesto -seguramente luego recibió una explicación; seguramente entendió-.
En ocasiones detesto que algunas personas sepan mi nombre, y que lo digan y lo digan y hablen de mi. Entonces; al lugar que iba, en donde, al parecer, no debía yo conocer a nadie, me encontré con gente a la que sí conocía, con maneras rancias de amar "es que tú no entiendes mi forma de amar" dijo María Paz. Es que a mi me dió asco cuando ella dijo que ya no se andaría besuqueando con sus amigos: vale decir entonces, se besuquea(ba) con sus amigos. Ella siempre dijo que yo soy su amigo, siempre me dice "amigo, hola amigo", a mi jamás me besó, significa que no soy su amigo, que no me considera. Que se prefiera cualquier otra boca antes que la mía me provoca cierto recelo -soy poca cosa o algo por el estilo-, entonces no puedo estar cerca de alguien que me convierte en eso, en el único amigo al que no se le besa, porque ya no se besuqueará con los amigos, porque conmigo tiene con quien charlar a veces y debo invitarle algo a comer o beber. No lo sé, no me interesa ese tipo de relación. Y sumando, la ví besándose con un 'amigo' al que ella quiere mucho, entonces me dió cierta náusea, entonces es precisamente el tipo del que me interesa que no me hable, que no sepa mi nombre, que no lo pronuncie, que no haga gestos cuando me tenga en frente. Para mi es una incapacidad gesticularle algo, yo no le sonrío, yo me reí demasiado cuando llegué y lo vi, yo no le atendí ninguna palabra, me gesticulaba y yo no movía el rostro. Es maravilloso cuando ocurre eso.
Se bailó algún tiempo
Fumaba un cigarrillo, una chica se me acerca,
- ¿Me das cigarro?
- ¿Me besarás?
La chica toma el cigarro, lo absorbe:
- te daré el humo.
Junta su boca con la mía y me da el humo del cigarrillo saboreándome los labios.
- Hazlo, pero intenso esta vez.
- esta vez tú
Fumo. Nos besamos y el humo escapa, el beso es buenísimo, ella se va, yo sigo bailando. Pasadas las 5 de la mañana la mayoría se va, me besa al despedirse. Que nos veremos luego, de esta misma forma, algún día.
Ordenamos la casa, recojimos una cantidad abominable de cajas de vino, una chica teñida de rubio, novia del dueño de casa lavaba los vasos y yo serví café para ambos, charlamos, charlamos. Luego nos acercamos a la puerta de la casa. Los que quedaban despiertos estaban en el suelo, charlando fuera, en el patio, ella se sentó en el respaldo de un sillón, frente a la puerta, a la vista de su novio, yo en una silla, junto a la puerta, a la vista de su novio.
Ella huele el café y me fascina la manera en que toma la taza y roza los labios con ella. Cuando me mira sus párpados se separan demasiado y sus ojos son enormes. Me paro, escribo en una hoja de mi cuaderno lo siguiente

 


Arranco el papel del cuaderno y lo dejo sobre el cuaderno. Vuelvo a mi asiento y le digo "el papel sobre la mesa es tuyo, ve por él". Ella camina, yo me quedo en mi silla, el novio ve que ella se mueve, pero me ve a mi sentado. La chica lee el papel, lo dobla y lo guarda, toma la pluma, busca una hoja libre y escribe




cierra el cuaderno, deja la pluma, voltea, entra el novio, ella lo abraza, yo tomo mi cuaderno, subo la escalera, sonrío y guardo el cuaderno en mi bolsito.
Bajo, vuelvo a mi silla y a los minutos la chica se despide, yo la abrazo y sus dedos se estiran en mi espalda.
La complicidad es hermosa.

2 comentarios:

Joséduardo dijo...

sus simplezas son hermosas!

microscopica dijo...

pensé q mentias cuando me contaste parte de esa historia q ya estaba echa antes de mi y el café y los escritos...amm al parecer no.