Vi una obra danzada mexicana muy buena, aunque poco me dejó disfrutar el boludo que no bajaba el celular grabando partes de la obra; para hacer no sé qué carajo con el material, siendo que había equipo profesional grabando la muestra. Al tipo le pegué un par de veces y no atendía, al fin del primer cuadro le dije que apagara la huevada, que molesta al resto, qué chucha.
E inmediatamente luego de eso alguien hizo callar a otra persona en la oscuridad y se creó una discusión, Alfie gritó "váyanse" y hubo una risa de todo el público, y al acabarse esta risa, Alfie comenzó a reír nuevamente, un ataque de risa que me contagió y no podíamos dejar de reír durante un tiempo. Como los bailarines debían comenzar la segunda parte. nos cubríamos y aguantábamos la risa pero no podíamos (si la hubiéramos explayado podían ocurrir dos cosas: contagiar al público y crear algo maravilloso o ser expulsados de la sala), pero qué hacer si no podíamos dejar de reír.
La risa volvía y se iba cada cinco segundos. Yo me mordía las manos pero no era suficiente, y la risa se detuvo avanzado el cuadro.
Hubo una linda charla con la compañía luego. Fluyó magníficamente.
Y luego, me acerqué no con mucho ánimo a la rivera del Río Mapocho, en la que había gente tranquila y alegre mirando mierda iluminada.
"Hay que estar cagado de la cabeza para iluminar mierda", fue una de muchas citas y reflexiones al respecto, que probablemente se harán públicas luego. Hay mucho por decir y hacer respecto de eso.
Es miserable.
Luego fotografié dos matrimonios. El primero en actitud patética, "él llevó a su novia a ver mierda iluminada". En la esquina del puente Loreto con Cardenal Caro se detuvo el vehículo bullicioso y adornado con guirnaldas blancas, del que bajó la pareja. Ella con vestido blanquísimo (patudez extra), y él con traje oscuro. El copiloto los siguió, un fotógrafo con dos réflex colgando, que no vi bien y parecían Nikon, con lentes y flashes diferentes. Me pareció tan maravilloso como patético el hecho de que fueran, en tal estado a pararse junto a un río enmierdado. Por consecuencia todo esto me pareció hermoso y digno de registrarse. Yo acababa de capturar dos imágenes cuando lo recién dicho ocurrió, así que apunté mi Canon y disparé varias veces. Fue tan divertido el hecho, además de altamente social, pues había mucha gente, que antes de que los amantes subieran nuevamente al vehículo, a la fotografía final de esta parada, se agregaron 10 personas a la foto y se crearon varias fotos grupales de una comedia brutal.
El matrimonio estaba feliz, yo emocionado en el despelote, pues me movió a hacer algo, pero nunca dejé de sentir que la gente y el matrimonio, además del ambiente, ciertamente estaba pasado a mierda.
Caminamos algunas cuadras y viramos a la izquierda en José Miguel de la Barra y fuera del Museo de Bellas Artes había una pareja de recién casados, pero siendo fotografiada por una muchacha con una cámara compacta básica.
Los fotografié y les pedí sus datos para enviarles las fotos. Estuvieron contentos.
Luego en casa, lo gracioso continuó, pero eso se queda en la novela.
S.
1 comentario:
las marcas que dejan los aviones se parecen a las dejadas por las nubes, blanco sobre ceruleo
salud
m
Publicar un comentario